Te amo. Por José de J. Valencia Rdgz.
Amada mía, han pasado ya cinco décadas
en que nuestro amor se consolidó
con nuestro primer beso, en que nos dimos a la aventura de amarnos y es ahora tiempo de decirte que…
Te amo.
Te amo por la maravillosa sucesión de días,
de sueños y de sonrisas que junto a ti he vivido;
por la cantidad de obstáculos que juntos derribamos,
por las noches de frío en que tus palabras me cobijaron.
Te amo, te amo después de haber convertido en vida a una promesa
y una vida en una noche de amor;
por nuestros disgustos, por nuestros choques, por nuestras reconciliaciones;
te amo por las noches largas de insomnio que viví
después de una insignificante discusión
al saberte con razón y creerte lastimada
y por la luz que me llegó al pedirte perdón.
Te amo vida mía, por el inmenso placer que me ha representado
el dormir sabiéndome a tu lado, sabiéndome amado,
por la confianza que eso a mis pasos ha otorgado,
por la seguridad que a mi sonrisa tú has impreso;
te amo además, por tus curvas ausentes ya,
por tus sonrisas marcadas en profundo en tu cara toda,
por mis muchas pasiones depositadas en tu piel con cansancio,
por los muchos sueños convertidos en tintes plateados en tu cabeza;
mi amor, yo te amo porque con la pereza que tus huesos marcan,
me hablan además de miles de abrazos que mi cuerpo recibió;
porque detrás de tus gruesos lentes existe siempre una promesa
aderezada por una vida de pasión.
Te amo porque bienvienes la torpeza de mi masticar
con carcajadas y la divertida frase: —“mi amor, yo estoy igual”,
porque haces de nuestras ahora limitaciones monumentos a la vida,
oraciones a la felicidad, gratitud a nuestro Dios.
Te amo, sí te amo porque de tu mano crecí y creciste,
porque a pesar de mi vanidad tu mirar me hizo valiente,
porque tus palabras me dieron abrigo cuando dolor,
por mis lágrimas derramadas en tu regazo;
te amo porque al volver mi cara tu sonrisa amable encuentro
aún después de miles de días, de miles de noches;
por la comprensión que muestras cuando mi amor no consumo,
por tu palabra después que me dice: —no te preocupes mi amor…
te amo por tu perdón cuando mi torpe recordar
me impide entregarte la flor aquélla en un día de celebrar;
por tu sonrisa cuando caigo en el sueño
en medio de un conversar.
Amada mía, te amo por ser tuyo y tú mía
ahora que el tiempo ha colocado en nuestros cuerpos
todo eso que antes alguna vez negamos
o creímos nunca llegaría.
Te amo por ser, por estar, por vivir,
por darme la vida, el amor y la fe,
por enseñarme, por aprender y sobre todo mi amor…
por amarme y por hacerme sentir dichoso al sólo evocarte,
todos los días de todos estos años.
Por esto mi amor y por miles de cosas más
te amo, te amo, te amo.